Anoche una hermosa mujer le dijo a una niña pizpireta de grandes ojos negros que ojalá le regalen muchos viajes y pocos diamantes… Porque lo viajado no se puede devolver. Suena Charles Bradley en la playa de la Zurriola y una no sabe si irle a abrazar al final del concierto uniéndose a las masas o descalzarse y pasear por la orilla mientras escucha esa voz en directo… Me emocionan más sus desgarradoras baladas a lo James Brown que una susurrante Diana Krall en la Plaza Trinidad. Aunque a su guitarrista podría escucharle toda la vida…
Una parte hacia el Sur con lo puesto. Lo demás es accesorio. Sabiendo de antemano que el mero olor al llegar y el tacto de los pies en la arena de esa playa ya es más grande que cualquier equipaje… De esos sitios a los que podrías venir desnuda y nunca sentirías que te falta la ropa si haces caso a tus propios instintos..
Esta es la verdadera vida slow, pienso mientras un pescador llega en su barca con el botín de ese día… Mientras las rubias escriben sus nombres en la arena y las olas se los devoran… Mientras los niños pasean en bicicleta y los adultos leen… La vida pasa lenta, sin prisas y hay tiempo para aburrirse y crear…
Aquella hermosa mujer se despide de mi. Con su diamante devuelto y sus viajes vividos. Con el dolor de no querer estar sola cuando llegue el invierno…