Sonaba «We take care of our own» en ese Marshall que algunas noches nos vio bailar y muchos días sudar. Llovía y hacía viento ahí fuera y eso que ya habíamos pasado el dichoso cuarenta de mayo. Toca verano. Toca bajar el ritmo frenético, empezar a caminar descalzos y brindar con esa copa de vino al borde del mar en Gèthary. Toca buscar y encontrar historias contadas por otros en páginas ajenas y que la vida pase lentamente.
Junio es poesía incluso con gotas de lluvia en los cristales. O precisamente por eso. Los días largos y tantísima luz por delante. Atrás queda ese Bansky que, por sorpresa, encontramos paseando por la Sorbona. Y esa maravillosa huída en patinete eléctrico hasta los mismísimos Jardines de Tullerías. Ay, París… esa ciudad a la que siempre regresar. Incluso en sueños.
Junio es poesía incluso con gotas de lluvia en los cristales. O precisamente por eso. Los días largos y tantísima luz por delante. Atrás queda ese Bansky que, por sorpresa, encontramos paseando por la Sorbona. Y esa maravillosa huída en patinete eléctrico hasta los mismísimos Jardines de Tullerías. Ay, París… esa ciudad a la que siempre regresar. Incluso en sueños.
Y ahora ven, abrázame fuerte y dime que todo va a salir bien. Como en la canción de Depedro.
Joie de vivre, ¿recuerdas?.
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