Sesenta horas en La Isla Bonita son suficientes para enamorarte de su luz. Hay tantos planes en Ibiza como personas así que cada uno puede elegir la Ibiza que quiera. En nuestro caso elegimos la Ibiza tranquila de calas y sitios bonitos para cenar pero nos dejamos seducir también por los encantos de la noche ibicenca por unas pocas horas.
Visita obligada a Eivissa capital nada más aterrizar y dejarse perder por sus callejuelas empedradas y por sus gentes de mente abierta. Es mejor no ir con prejuicios a la Isla y disfrutar de todos los ambientes que se mezclan con mucha naturalidad. La luna llena en el horizonte.
Ibiza y sus calas. Como nos alojamos en Es Canar visitamos calas y playas que no quedaban demasiado lejos del hotel. Espectaculares Cala Boix, Aigües Blanques, Cala Xarraca y Cala d´en Serra.
Cala Boix
Cala d´en Serra
Vistas desde el Chiringuito de Cala d’ en Serra
Cenar en Pura Vida es disfrutar de todos los sentidos. Situado en Niu Blau, muy cerca de Santa Eulalia, al borde de la playa y con una carta espectacular diseñada por un donostiarra afincado en la Isla, el cocinero Javier Fabo Aranzabal. Increíble el foie con mermelada de tomate, el carpaccio de bogavante y el rodaballo a la sal. Y las vistas, y la compañía, y sus sillones chill-out 😉
Otra parada obligada es el mercadillo hippy de Las Dalias con multitud de puestos de artesanía, ropa, joyas y gastronomía. Me recordó al de Mauerpark en Berlín pero el de Ibiza más profesional y de calidad. Alojarse en la Isla en agosto es casi un problema por la escasez de plazas hoteleras y por sus desorbitados precios… así que la opción de dormir en el Hotel Can San Jordi fue todo un acierto. Buena calidad/precio y tranquilidad que es lo que buscábamos.
Un hotel familiar para descansar bien
La piscina, pequeña y acogedora con hamacas y sin ruido
Visitar el Ushuaia aunque sea una vez en la vida. Y ver a David Guetta en directo ante sus fieles antes de coger el avión de vuelta. Ibiza tiene de todo y para todos. Yo me quedo con su luz, con la claridad del Mediterráneo y con la sensación de su mar. Y con las ganas de volver y visitar Formentera…