La Revolución será feminista o no será. El 8 de marzo siempre ha sido un día cómplice, en el que nos felicitamos por el simple hecho de haber nacido mujer (Sí, las mujeres también somos las mejores amigas, cómplices y compañeras unas con otras). En el que, en el mejor de los casos, nuestras parejas nos felicitan por ser libres y valientes (Sí, esto no es una guerra de géneros). En el que nos acordamos de las que no están porque han sido asesinadas y les honramos. Y el día en el que recordamos el camino recorrido por nuestras abuelas y madres y soñamos por un mundo de igualdad para nuestras hijas.Pero este 8 de marzo es diferente. Ya nadie puede ser ajeno al grito que lanzamos las mujeres. No podemos permitir por más tiempo que se siga cometiendo una injusticia social y un incumplimiento de los derechos humanos fundamentales. Todos somos iguales en derechos y oportunidades en la teoría pero no en la práctica. No queremos más brecha salarial ni techos de cristal. Queremos una conciliación real, un reparto equitativo de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos. Y sobre todo, nos queremos vivas. Si en occidente ser mujer en el siglo XXI es llevar una enorme mochila encima a diario no quiero ni pensar lo que es ser mujer en un país en vías de desarrollo.
Mañana mis rubias se unen al Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Hemos consensuado que ellas, con 7 y 10 años, se preparen su desayuno, se hagan sus camas y se preparen para ir al colegio. Y lo mejor de todo es que ha sido iniciativa suya al comprender lo que supone que las mujeres se paren…
Y supone… que el mundo se para…
Etiquetado 8marzo, igualdad, nosotrasparamos