Me quedo con el vermouth de «Utopía«, en una terraza para dos, con vistas a la plaza a la que siempre volver. Me quedo con el jaleo de los niños que llegan a casa de los abuelos a abrir los regalos. Con el café tranquilo de los mayores. Con tus manos fuertes y mi risa.
Me quedo con Bordeaux en diciembre, en agosto, en abril. Con los lugares a los que regresaré. Me quedo con esos juegos de fondo mientras intento escribir. Con las mil y una interrupciones. Con los suaves despertares y los anocheceres complicados. Me quedo con el acordeón sonando en Navidad y los bailes sin prisas. Con el tranvía cambiando de estación.
Me quedo con una copa de vino del Chateâu de Saint Émilion. Y con dos. Con un paseo a orillas del Garona. Con acostarme con una arruga menos y despertar con un año más. Con Bayona y su noria prenavideña.
Me quedo con June que nace mañana y que hoy palpita en el vientre de su madre. Bienvenida a este mundo (del que a veces, sólo a veces… dan ganas de bajar). Escucha mucho a Johnny Cash…