Escucho a Billie Holliday con una copa de vino mientras las rubias disfrutan a lo Master Chef en la cocina. El menú no puede ser mejor, nuggets caseras de palomitas. ¡Cómo disfrutan con las manos llenas de huevo, sal y maíz!
La rubia mayor del reino ha descubierto un mundo paralelo a través de los libros de Tea Stilton y las aventuras de Gerónimo Stilton. «En el Reino de la Fantasía» es uno de los pocos libros del mundo con olores, o eso reza su lomo. Entre sus páginas puedes oler perfumes o tufos. Lo mismo me da. Quiero decir, que suena a reclamo comercial, pero verle olvidarse del mundo gracias a la lectura es una de las mayores alegrías que me puede dar. Soy la madre más feliz del mundo cuando cada noche me pide cinco minutos más para acabar el capítulo o cuando disfruta leyéndole en voz alta a su hermana.
Su hermana. Apunta maneras de científica, a juzgar por el entusiasmo que demostraba ayer en la bañera haciendo un experimento con agua, jabón y cachitos de papel. O de bióloga, a juzgar por el empeño que ponía hasta hace poco por regalarme hojas de árbol con babosas dentro a la salida del colegio. Oh my god. Que todo sea por lo que nos reímos con ella.
Hemos dado con ganas carpetazo a este noviembre. Hay meses que vienen marcados en el calendario de la vida y éste era uno de ellos. Borrón y cuenta nueva. Y esto me recuerda que entro en el último mes de mi treintena. Ya es tarde para añadir sueños a la lista de «cosas que hice antes de los 40«. Pero no pienso desperdiciar ni un solo día en perseguirlos… Los grandes e inalcanzables y los cercanos y asequibles, como la exposición dedicada a Méliès en Alderdi-Eder. El maestro de la imaginación…
Que comience el espectáculo…